Ya habiéndose familiarizado de nuevo con el horario de clases, con los nuevos profesores, las metodologías, los trabajos, la segunda semana resulta solo costumbre y cotidianidad. Con el agravante de haber pasado una clase de 3 horas encerrada y con gripa, a las 4 de la tarde la cita de los lunes es la de la clase de Información y documentación.
El tema del día, son las normas APA y casi por instinto, como reacción espontánea, incluso reflejo de supervivencia me encojo en el asiento, abro twitter y me preparo para la misma clase magistral sobre citación que ya varias veces me ha sido impartida en los dos semestres previos.
Sin embargo, Sebastián decide comenzar con un examen simulacro. Por expresarlo mejor, consiste en un diagnóstico del conocimiento que cada uno de nosotros tiene de las normas APA. Erróneamente pensaba que eran normas de presentación y referencias, por encima de cualquier otra cosa; creo y espero que hasta el último día de la materia, no habrá una clase en la que salga sin haber aprendido algo nuevo o corregido mi cerrado pensamiento frente a un tema.
El examen abarcaba, sí, referencias y presentación de documentos escritos... pero más específicamente evaluaba detalles como la cursiva y mayúsculas de un título, o la manera de enumerar en una lista. La forma de puntuar, y demás.
No tiene sentido ahondar en el examen, pues como se recalcó en numerosas ocasiones durante la semana, e incluso desde mi propia manera de verlo, el ejercicio de llevar un blog, de poco o de nada sirve si lo único que se va a hacer es un relato de lo sucedido en la clase.
Me sentí completamente ignorante, de una forma que solo me había sentido en primer semestre , cuando un buen día la profesora de escrituras y mediaciones decidió realizar una prueba simulacro de ortografía, puntuación y vocabulario. Todos muy sobrados respondimos con la confianza del mundo... el problema llegó a la hora de revisar las respuestas; todos perdimos el simulacro. Y es que eso puede suceder, creemos que las sabemos todas, que muchos de los ejercicios que colocan los profesores son una completa pérdida de tiempo porque ya sabemos escribir, tildar y puntuar a la perfección, si no ¿para qué todos los años en la primaria y el bachillerato?
Resulta ser (y aunque nos haya sucedido en un sin número de ocasiones) que como sucede con los libros, jamás llegaremos a leer todos los que existen; tampoco podremos tener conocimiento absoluto de cualquier tema, solo nociones. Darse cuenta de eso, de lo poco que realmente hemos aprehendido durante nuestros primeros años de educación y del mar de conocimientos que se abre ante nosotros a la hora de enfrentarnos a la educación superior, es de los primeros, más prolongados y necesarios choques que es necesario afrontar y asimilar para disponerse al nuevos aprendizajes.
En semestres pasados me quejé repetidas ocasiones, con mis compañeros de clase con respecto al bajo nivel de redacción y ortografía, además de el desconocimiento (por no decir completamente nulo) de las normas de citación y referenciación bibliográfica que tenían muchas personas en la carrera. Resultaba completamente ridículo (y aún lo resulta) en mi manera de ver que un estudiante universitario no conozca o no aplique las normas básicas de ortografía.
Mucho más grave que un estudiante de comunicación social, para quien su carrera consiste a grandes rasgos en la entrega constante de documentos escritos y que además se supone va a ser el responsable, en un futuro de "comunicar" y de "informar" no sepa citar una fuente y a duras penas redactar para el entendimiento. Al encontrarme con detalles como esos, es que entiendo por qué en la cotidianidad de los noticieros colombianos nos encontramos con frases como "(...) el proceso de paz, para acabar con el conflicto que ya avanza con normalidad".
Y hasta algún punto se puede decir que los colegios tampoco realizan gran labor a la hora de cambiar esa situación. En mi caso particular, lo poco que aprendí de normas de presentación de trabajos escritos fue estrictamente de normas ICONTEC. Al mencionarle a Sebastián al respecto, su respuesta fue que estas normas son locales y referentes únicamente a Colombia, pero que para publicación de trabajos en internet, a un nivel menos global, son las normas APA las entran en vigencia.
Pero ya que está hecho de nada sirve encontrar culpables y lo único que podemos hacer para combatir la crisis de la escritura coherente, es buscar la manera de instruirnos, con voluntad todo es posible y desafortunadamente no todo el mundo tiene la suerte de encontrarse con buenos profesores que presionen en los detalles mínimos.
LA FORMA ES TAN IMPORTANTE COMO EL CONTENIDO.
Así que, tras el bajón que representó el horroroso 2,6 del simulacro, la clase continuó con una presentación, por parte de Sebastián de ciertos códigos de las normas.
MIERCOLES.
A pesar de haber comenzado tarde, (cortesía del tráfico caótico de Bogotá sumado a la celebración de cumpleaños número 476 de la ciudad) fue para mi la mejor clase hasta la fecha, solo quedan otras 28 aproximadamente, pero fue muy buena.
En la corta hora que tuvieron, dos compañeras pasaron a exponer sobre el texto asignado en clase. Como suele suceder, solo puedo recordar parte de la exposición y pequeños momentos...
McLuhan siempre primordial a la hora de hablar de medios y sobre todo de internet, fue lo más mencionado y lo primero que aprendí en teorías de la comunicación "los medios son extensiones de los sentidos" es para mi, la frase central de toda la presentación.
Pero más importante que la teoría, vino a ser el momento de relacionar con la cotidianidad y compartir la experiencia de todos nosotros en internet.
El mundo multimediático que nos ofrece internet se ha visto invadido por las llamadas "redes sociales"
espacios de interacción entre amigos, conocidos e incluso completos extraños, donde podemos compartir fotos, expresar nuestro sentir frente a un tema específico, darnos las de filósofos, pero sobre todas las cosas perder el tiempo y alimentar nuestra ansia por el chisme y la farándula de quienes conocemos. En pocas palabras procrastinar.
Me resultó curioso y pude verme enteramente identificada, cuando se mencionó que hay momentos en los que por cualquier motivo, nos vemos obligados a separarnos de los "electrodomésticos" por un tiempo y al regresar el ansía por volver a conectarnos y ver de qué nos perdimos en nuestra ausencia... se convierte casi en una necesidad física. Necesitamos estar enterados de todo, sea o no relevante o corremos el riesgo de que en cualquier conversación casual tengamos que contestar que no tenemos idea de lo que nos están hablando.
Algo así me sucedió antes de entrar a la clase, afuera del salón estaba viendo videos con unos compañeros y me preguntaron si había visto el de "soy gato" (un video que se había hecho viral meses atrás) y ante mi negativa, la reacción fue "¡oye! ¿en qué mundo vives?". Fue algo tan casual que en el momento ni me detuve a realmente ver que era lo que me habían respondido. Por un momento que uno se pierda, pueden volverse virales algunos videos, suceder cosas extrañísimas en la red o a veces nada en absoluto, pero la incertidumbre y el no querer perdernos de nada es lo que nos mantiene conectados y lo que provoca que estemos todo el tiempo en un ciclo repetitivo entre el inicio y el perfil de Facebook, luego a Twitter tal vez Instagram, acto seguido a Youtube a ver cualquier insignificante video para matar el tiempo.
Sé que no soy la única que alguna vez ha dicho "cuando estoy nunca nada pasa, pero no es sino que me vaya y el mundo se pone de cabeza".
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