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viernes, 19 de septiembre de 2014

Semana 8: De los hipertextos, la hipermedia y Gabriella

Comenzando tendría que resaltar el por qué del nombre en el título de esta entrada. La respuesta viene a la razón del tema que se trabajó esta semana; los hipertextos. Y, ¿qué es un hipertexto? Es un texto (lógicamente) que va más allá del simple medio escrito y se suple de elementos como audio y video. Su lectura es no lineal y permite al lector seguir la historia de la manera que guste.
El hipertexto es de lo más común en estos días de la media digital en la que muchas historias se ven adaptadas a formatos interactivos, se trata también de textos que se caracterizan entre muchas otras cosas por el caos en su estructura y desarrollo, muchas veces también por la saturación.

Es frecuente encontrarse con hipertextos aún sin saber que lo son, y es que ahora parece tan completamente natural todo el caos, toda la multimedia, la digitalización de contenidos y sobre todo la ruptura del esquema de lectura lineal que requería de concentración en el texto. Ya lo hemos mencionado antes, nuestras lógicas de lectura cambiaron por completo; somos dispersos y tendemos a querer hacer mil cosas al tiempo, leer un documento, escuchar música, escribir y ver videos en YouTube. El hipertexto, en especial en formato de hipermedia es el contenido perfecto para esta generación de impacientes y no lineales personas que se ha desarrollado junto con el internet.

Así pues, habiendo hecho una breve introducción al tema...
Gabriela Infinita, ese fue el nombre del hipertexto que escogí para el trabajo; tal vez por la inercia que me produce el nombre de la protagonista, también por el hecho de que fuera infinita. En realidad no tengo un motivo que pueda ser explicado del por qué de esa elección y en realidad no viene al caso. Me resulta importante mencionar, que aunque bien pertenezco a la generación digital y comparto las características que tantas veces se han mencionado con anterioridad, también soy ávida lectora. Y no de la generalidad de textos que se pueden presentar, de uno específico con especial dedicación e incluso obsesión. Disfruto de un buen libro.
Resulta extraño, pero si hay una cosa que es capaz de sacarme del ajetreo del internet y de sus constantes bombardeos de información, en su mayoría inútil, es un buen libro. Una buena trama, con intrigas y personajes que me produzcan empatía es todo lo que se requiere para que aparte la computadora y pase una tarde completa derecho con el libro en la mano, sin soltarlo hasta terminar o hasta que las condiciones me obliguen.
Al menos en este sentido podría decir con toda certeza que tiendo a buscar linealidad en todos los textos que consigo y leo.

Gabriella Infinita, un texto que después averiguaría que en un inicio había sido una novela, es una cosa loca. No encuentro más palabras hacer una descripción de lo que pensé en el primer encuentro con este hipertexto.
De entrada se topa uno con una pantalla de navegación super sencilla, que lo único que pide es un clic en una intranquila flecha titilante que apunta insistentemente a una flecha. Lo anterior puede parecer un detalle de lo más trival, pero en la experiencia que tuve, desde ese primer encuentro con esa flecha nerviosa, supe que no había la más mínima posibilidad de que lo que iba a leer fuese tranquilo. Sabía que iba a haber tensión y que, muy probablemente durante toda la lectura yo estaría tal como esa flecha; ansiosa apuntando a la siguiente entrada, a la siguiente pantalla y al siguiente elemento que desplegaba más documentos, archivos y audios.
En efecto no me equivoqué.

Empieza todo en esta pantalla:

Negra, sencilla y con un sonido... porque no es música. Parece el sonar de un tenedor contra un vaso metálico acompañado por percusión que marca los momentos clave y de tensión, eso a la espera de que elijamos una de las tres puertas color marrón. Cada puerta tiene un nombre, de izquierda a derecha son ruinas, mudanza y revelaciones. 
Por mi tendencia hacia la linealidad y para intentar mantener un orden que me hiciera más sencillo seguir la lectura comencé de la misma forma que se lee un párrafo. De izquierda a derecha, con prisa seleccioné la puerta que ponía "Ruinas". 

Me recibe el mismo sonido que en la pantalla anterior, un formato parecido. La única diferencia que se puede notar a simple vista es la imagen superior; ahora se ve un paisaje. Tengo serios problemas determinando si es de noche o de día en aquella imagen. Me parece que incluso las montañas allí retratadas reflejan la tensión del relato. Y finalmente llega el momento de conocer al Gabriella. El nombre me es familiar, por lo que como efecto inmediato le asigno un rostro, me parece una chica de 17 años, tal vez un poco más. Ella comienza simplemente estando, siendo normal y cotidiana, tiene una visita, la visita se va, ella intenta dormir, tiene una pesadilla y despierta sobresaltada. En este lapso se introduce otro personaje: Federico. 
Este individuo, en primera da la impresión de ser un muchacho tal vez el platónico de Gabriella. Quizás un años mayor que ella, pero de una forma inexplicable la simple mención me hace desconfiar de él y la música ambiental de la página solo refuerza ese sentimiento. Federico ha desaparecido en el sueño de Gabriella y ella al despertar resuelve ir a buscarlo. Ahí acaba ese documento anexo, es necesario cerrarlo y dar clic en el siguiente a su lado derecho, aún con la música punzante e insistente (tal como la flecha del comienzo y también como su lector) el siguiente cuadro de texto comienza con la mención de un ataque, de bombardeos. Hay una guerra, es entonces cuando entiendo el desespero de Gabriella por ir en busca de Federico y de alguna manera lo comparto. Si ha habido un ataque, ¿qué será del chico? ¿estará vivo? Al mismo tiempo necesito preguntarme por la familia de Gabriella, ¿cómo pueden dejarla salir sola justo después de un ataque con bombas? Es la primera pista que obtengo de la edad de Gabriela. Con certeza ningún padre en pleno uso de sus facultades permitiría a su hija deambular por la calle. Gabriella está sola, ella solo tiene a Federico, otro motivo por el que necesita encontrarlo. 

Y de nuevo, otro cambio. Me parece tedioso y eterno el lapso de tiempo que transcurre entre el cerrar de una ventana y abrir la otra, más por curiosidad que por otra cosa, necesito saber con urgencia qué es lo que va a hacer Gabriella para encontrar a Federico, ¿a dónde va con tanta prisa y seguridad? ¿a la plaza de Lourdes? ¿Hacia los cerros? ¿qué está haciendo Federico? ¿por qué no la busca él a ella? Tal vez Federico no quiere Gabriella de la forma que ella lo quiere a él. Puede ser casi seguro pensar que Gabriella es allí la enamorada y Federico solo se ha quedado en medio de los ataques, con una mujer que lo ama pero a la que no puede corresponder. Estoy sobre interpretando y sacando conclusiones apresuradas, pero en ese punto me desagrada Federico y es un sentimiento que no voy a lograr sacudirme. Solo empeora cuando se hace mención al vientre hinchado de Gabriella, para colmo la ha dejado embarazada y ha desaparecido, ¿cuál es el problema de este hombre? 

Hasta este punto he seguido el relato con linealidad acompañada de un sonido punzante que en ciertas ocasiones llega a impacientarme. Necesito que se detenga y siento que la única manera en que puedo lograr que pare tan ruin sonido es descubriendo que ha pasado con Federico, pues a pesar de haber hecho mis juicios respecto al chico espero que solo esté asustado o quizás atrapado. 

Las Ruinas acaban y necesito continuar hacia la "Mudanza". 
La música cambia, algo que solo puedo agradecer, pues estaba a reventar de el punzante y agudo sonido que había acompañado la lectura anterior. Este es más calmado, pero al tiempo me hace evocar algún misterio. O mejor, la búsqueda de pistas para resolver uno. 
En esta pantalla se rompe toda linealidad que se me había permitido mantener antes, cada cuadro tiene un su texto que cambia de formato en cuanto a letra y color del fondo. A la primera entiendo que se trata de Flashbacks complementarios a la narración de las actividades que realiza Gabriella, quien ahora se encuentra en la habitación de Federico. Para entonces me ha quedado claro que Federico no es un muchacho, es mucho mayor que Gabriella, es extraño y tiene un aire de misterio que no llega a ser bueno, de hecho parece todo lo contrario y me da impresión de que intenta ser siniestro. Es obvio que Federico tiene muchos secretos. También he descubierto cosas sobre la chica, Gabriella, a quien en un principio había colocado 17 años de edad, es mayor. Y es inteligente, al menos así me lo parece, pues aún en medio del caos de los ataques, que son reiterados a lo largo de la narración ella sabe cuál es su prioridad y resuelve que el desorden en el habitación de Federico, que está allí en su ausencia, no resulta de una casualidad. Él se ha ido, pero no sin antes dejarle a Gabriella alguna pista, los elementos necesarios para develar el misterio de la desaparición. 

Eventualmente las imágenes conjunto a las palabras consiguen situarme en una situación espacio temporal definida. Sé que se trata entonces de Bogotá, también entiendo que el tiempo corresponde a algún momento entre 1970 y 1980. Aunque como desde el principio, insisto en asociar los ataques y los bombardeos con alguna situación sobrenatural más allá de la violencia humana (efecto secundario de leer tanta ciencia ficción), queda claro que hay una conexión entre la guerra en curso y el pasado de Federico. 

"Mudanza" me ha aclarado muchas cosas, pero sobre todo me ha presentado más profundamente a los personajes. Aunque mis sentimientos para con Federico no mudan, el juicio inicial se suaviza un poco, tal vez me estoy dejando llevar por los argumentos de Gabriella y, como ella, quiero creer que su compañero debía haber tenido una buena razón para desaparecer, porque me resulta completamente absurda la idea y el intentar aceptar que la hubiese abandonado. 

Pero hay un punto específico en este capítulo, que vuelve a dejar interrogantes abiertos. En su rebuscar entre las cosas de Federico, Gabriella descubre un documento que se titula "informes del guerrero" ¿quién es este guerrero? ¿por qué Federico la lleva a visitarlo? ¿cuál es su importancia en la historia? 
Casi pareciera otro relato independiente del de los dos jóvenes y en realidad nunca se especifica quién es este guerrero. Lo que pueda decir al respecto, solo vendrá hasta el final y únicamente desde mi interpretación en un intento de encontrar sentido, así como de encadenar y relacionar tantos hechos en el relato como me sean posibles. Si hay algo que me desespera  y me llama a seguir leyendo, son los hilos sueltos y vaya que Gabriella infinita está repleto de éstos. 

Vendría a encontrar al Guerrero de nuevo en el siguiente capítulo, que llevaba ya esperando con marcada impaciencia. Si había algo que estuviera necesitando eran "Revelaciones".
Detalles más, detalles menos. En cada parte de este capítulo iba resolviendo preguntas al tiempo que mi aversión hacia Federico crecía. Llegó un punto de la historia en que pensaba que así mismo como yo era que debía estar reaccionando Gabriella con indignación y decepción, al mismo tiempo que a la espera de poder descubrir algo más sobre el paradero de Federico.

Gabriella Infinita expone una historia en tres perspectivas, que hasta el final del capítulo revelaciones no llegan a comprenderse por completo. Una de ellas es la historia de Gabriella, la búsqueda que ella hace de Federico que la lleva paso a paso a la develación de su verdadera condición y naturaleza. La perspectiva de los atrapados que fueran quienes rescataran a Gabriella luego de que el edificio donde residía Federico colapsara, ellos también hacen parte de la condición de Gabriella, pero no lo descubren sino hasta tiempo después de haber encontrado a la joven. Y por último tenemos a Federico, el misterioso y extraño Federico. En los escritos de Federico están las historias de Gabriella, de los atrapados y de él mismo.

Ahora, parte de lo que pensé con respecto al Guerrero. Este personaje aparece en el final de la "Mudanza" y el comienzo de "Revelaciones". Pero no es sino en el él segundo de los mencionados con anterioridad que de alguna forma se llega a entender el diálogo de este personaje y la importancia de su interacción con Gabriella y Federico. El Guerrero está allí pero al mismo tiempo no está, existe en un mundo más allá del que habita Gabriella y lo sabe, aunque se puede ver inmerso en ese plano del relato sin problema.
Dejemos ahí al Guerrero y pasemos a Federico, de nuevo. O más bien a Gabriella en su labor de develar a Federico.
En las "Revelaciones", ella se encuentra con una serie de documentos de Federico que van hilando la verdadera identidad de él. Resulta oculta y requiere de volver sobre los relatos anteriores para terminar de entenderlo. Pero lo que podemos ver a simple vista es que Federico es una persona de letras, que no pocas veces en sus descripciones, estudios y recortes, que Gabriella va revisando se ve el ansia de ser un  escritor, condición que se resalta en la importancia que da el joven en su relato sobre mujeres, a las letras de la música, al estudio en la universidad, al arte y luego en sus archivos de computador que hace referencia constante a la importancia de escribir para Federico y a su relación con la gramática; en la que de alguna manera se describe al joven y a las situaciones que rodean su existencia por medio del vocabulario de la gramática.

Podemos decir entonces que Federico es un escritor.

Esta revelación al lector, al menos para mi, fue el momento épico de todo el relato. Cuando se entiende que Federico es un escritor, habiendo visto antes en el relato de mujeres y en el informe del guerrero, como de alguna manera escribía a Gabriela y se escribía a si mismo, nos damos cuenta que Federico es el guerrero. Pues es aquel que existe en otro plano que no es el de Gabriela o el de la guerra, pero también puede estar allí presente.

Gabriella solo es un producto de la imaginación de Federico y ella lo descubre porque así mismo lo había dispuesto el escritor. Federico había desaparecido porque como en el relato del guerrero, había sido trasladado a otro plano en el que existiría pero ya no estaría inmerso en el mismo mundo en el que estaba con Gabriella.

Resulta interesante como los colores mismos de los cuadros que se presentan conforme avanza el relato, cambian. La tipografía también varía, desde una simple letra de fácil lectura a una similar a la de una máquina de escribir para los informes. Luego pasando a una verde fosforescente sobre fondo negro que haría referencia a los archivos de computador que describirían a Federico, al final cuando ha quedado claro que Gabriella no es más que un personaje en un escrito de Federico, todo cambia. Parece estar relatado en papel y a caligrafía de puño y letra. También allí se ve con claridad, por el vocabulario y el cambio gráfico, que se trata de un escrito.

Las tipografías, los fondos, los colores, las formas y la música son parte indispensable de la experiencia hipertextual que ofrece Gabriella Infinita. Por supuesto, podría (y ha sido) narrarse sin necesidad de todo esto. Pero el toque adicional de tensión que provee la música lleva al lector a sentirse de la misma forma que Gabriella, completamente impaciente, desesperado y angustiado. Ella por encontrar a Federico y nosotros por entender todo el enredo de sin sentidos que se comienzan a presentar desde el inicio de la trama. Necesitamos descubrir a Gabriella antes que a cualquier otra persona y así es como está dispuesto, una vez se entiende a Gabriela, desde el hilar de las historias y sus pequeños gestos en el ir y volver de los documentos se puede comenzar a buscar las respuestas a la pregunta que se ha planteado desde el principio, el paradero de Federico.

A medida que iba avanzando en la lectura de este hipertexto, a pesar de establecer una empatía con el personaje de Gabriella  me sentía cada vez más convencida de que el protagonismo era por completo de Federico y que si bien la chica era quien realizaba las acciones, se veía convertida en una presencia estratégica que moviera los hilos que necesitaban ser movidos para el lector en su descubrir de quién es Federico y dónde está él.



jueves, 11 de septiembre de 2014

Semana 7: Sobre el plagio.

Sin mucho entusiasmo debo decir que cuando Sebastián dijo, en la clase del miércoles, que podíamos recoger nuestros trabajos si creíamos que estaban mal citados con el fin de evitar incurrir en plagio y además de ahorrarnos una mala nota, me levanté de mi puesto y busqué entre la pila el que yo había escrito. Solo fue cuestión de realiza una breve lectura detallada de la primera página y Voila! casi un párrafo entero parecía haber sido resultado de la muy popular práctica copy-paste. Y realmente no fue intencional, simplemente un error de referenciación, o tal vez de atención que respondía al cansancio de estar horas frente a una pantalla leyendo decenas de documentos académicos y de opinión con respecto a un tema determinado. Sea cual fuere la razón, me dio pie para pensar un poco sobre lo que significa el plagio y por qué hoy en día es tan común, también me hizo pensar en que estando en tercer semestre de la universidad, y habiendo cursado por un poco más de 11 años de educación primaria y básica el día de hoy estamos hasta ahora chapoteando en las orillas de las reglas de presentación de un trabajo escrito, que como mínimo deberíamos haber estado presentando desde segundo de bachillerato. Y también me di cuenta de algo de lo que no estoy para nada orgullosa, hasta la fecha sin saberlo e incluso sin la intención, he caído en el plagio.

En el colegio no nos parece demasiado grave presentar un trabajo que descaradamente resulta de hacer un parchado con los retazos de páginas de Internet. Cambiamos un conector aquí, una palabra allá, utilizamos palabra que de otra manera jamás entrarían en nuestro uso del vocabulario y listo, un trabajo. Solo es cuestión de buscar en Google casi que frase por frase y resulta evidente que el ejercicio realizado en ese escrito no fue otro que el de tomar ideas de otros, que podían ser enlazadas y tener una cierta coherencia. Y puede que el trabajo sea válido que obtenga una nota de 10, casos se han visto. Pero, ¿a quién se está engañando? El estudiante sabe que esas palabras no son las suyas y probablemente el profesor también lo sepa, y lo deja pasar porque al fin y al cabo es solo el colegio y es solo un trabajo.
No castigar el plagio es casi tan grave como cometerlo, nuevamente, casos se han visto.

Vivimos en un momento de la historia en la que copiar y adueñarse de las palabras de otro resulta tan sencillo como seleccionar el texto con el cursor y dar dos clics. Pensar nos resulta difícil y la idea de tener que producir un nuevo contenido desde el análisis es casi una tortura, la multimedia y el acceso inmediato a cualquier información en el mundo nos han acostumbrado al facilismo y han convertido a nuestra sociedad en una dependiente de una memoria externa, bien sea el computador, bien sea el celular. Más que de pereza física, lo que caracteriza a la sociedad de hoy es una pereza mental masiva.

Lo anterior no lo digo solo por la elección cotidiana de tomar el camino simple de no pensar, también lo digo porque, si bien Internet nos dispersa, nos des concentra y rompe el esquema de lectura lineal que impone la lectura de contenido en un libro, también pone información y herramientas de todo tipo al alcance de nuestra mano. Mencionábamos en clase que de hecho, sí, es muy sencillo plagiar. Pero también es muy sencillo no hacerlo y ni siquiera es necesario tener conocimiento pleno de las normas de presentación APA, o Chicago. Es cierto que Internet se la tecnología puede actuar como un alienador, muy poderoso y mantenernos en estado de sopor, sin movernos, mirando una pantalla sin estar observando nada en realidad; pero como cualquier otro medio y cualquier otra forma de comunicación, nace de una necesidad y está plagado no solo de información irrelevante, fotos y chistes virales en las redes, su funcionalidad no radica solamente en permitirnos bajar música de forma gratuita, es una herramienta inmensa, una base de datos por si sola que nos permite acceso a infinidad de material y ayudas que ni siquiera requieren un grado de conocimiento experto en el manejo de programas. Como todo lo que encontramos en red, estas herramientas también siguen una lógica intuitiva de vocabulario simple y no toma más de dos minutos encontrar lo que se busca. Ejemplo de esto es un programa de uso tan cotidiano y simple como lo es el procesador de textos de Microsoft, que cuenta con una herramienta en la que se introducen los datos de la fuente y arroja la referencia correspondiente y también es cuestión de solo unos cuantos clics.

Y bien todo lo anterior puede realmente no importar a muchísimas personas, por ahora pueden no enfrentarse a una situación que les exija reconocer y dar créditos a las fuentes de su información, o simplemente encontrarse en un entorno igual de facilista a ellos mismos, pues en realidad mientras la información no se publique, no resulta en un delito. Pero en mi manera de verlo, se expone en una falta de respeto, con la persona a la que se le presenta en trabajo, porque quien lo presenta, por descontado cree que es más inteligente que el otro, que no se van a dar cuenta de que está mintiendo al decir que esa información es suya, cuando en realidad el único trabajo que le implicó fue buscar la información pegarla en un documento e imprimirla; pero por sobre todas las cosas y lo que para mi resulta la falta más grave es que caer en esta lógica de pereza mental masiva, no solo en estar todos los días repitiendo en las conversaciones cotidianas, al pie de la letra todo lo que escuchamos por encima de los medios de comunicación, sin ningún tipo de análisis adicional o recurrir a otras fuentes sino además y principalmente con respecto al ejercicio y la capacidad de razonar, analizar y apropiarnos de la información, de hacer circular nueva, de producción constante (que es por el que los seres humanos nos diferenciamos de los demás animales) al plagiar estamos de alguna manera botando la toalla y dando a entender que o bien no queda nada nuevo que pueda ser dicho, o que simplemente no somos capaces, no tenemos las capacidades mentales para analizar y emitir, simplemente somos pasivos y un eco de voces de miles de millones de personas en el mundo condenadas por la pereza a repetir lo que otros antes dijeron.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Semana 6: #SELFIE #SinBatería #SoCute


"The funny thing is people used to call me butt ugly, in my seventh grade yearbook I was literally voted 'Most Butt' so I took a lesson from Corynn McWatters, I blow out my curls and pushed up the girls, corrected my vision, stepped up my nutrition, traded likes for likes and before long I was Instafamous!"-Eliza Dooley (Selfie, Pilot) 




Para seguir la línea de desarrollo de los tema tratados, esta semana creí pertinente hablar sobre la superficialidad que ha invadido la sociedad, el trato indiferente entre completos desconocidos, compañeros de trabajo e incluso en la familia misma y la innegable cultura de las redes sociales que nuestro pan de cada día. ¡Bienvenidos al siglo XXI!

Dio la casualidad que después de haber decidido escribir sobre esto, en la labor diaria de revisar los nuevos contenidos de Cuevana, me topé con una nueva serie de la cadena ABC, llamada "SELFIE" que vino como anillo al dedo. ( Muchas gracias al genio que se le ocurrió poner a Karen Gillan en el papel principal)
La nueva comedia de la cadena estadounidense presenta la historia de Eliza, una joven vendedora de una empresa farmacéutica. Todo le va a bien a Eliza, es la mejor en su trabajo, también es hermosa, pero lo que más le importa a ella por sobre cualquier cosa, son los seguidores, los likes y la cantidad de amigos que tiene en Facebook.
Eliza pasa sus días entre selfies y hashtags, la relación más cercana que tiene es con su celular, se encuentra en la constante necesidad de twittear todo lo que le sucede a ella o a los que la rodean y clasifica a la persona por medio de etiquetas que luego pueda replicar en redes sociales.
El mundo "perfecto" de Eliza un día se viene abajo cuando tiene una crisis y resulta enferma, entonces ella dice algo que a mi criterio retrata toda la confusión de comportamientos que las redes sociales nos han causado; "Ser agregado como amigo, no es lo mismo que de hecho tener amigos".
"When Siri is the only person whose there for you, it kinda makes you realize that being friended is not the same as having friends" -Eliza Dooley


Tras haber sido objeto de un video viral y víctima de las burlas de sus compañeros de trabajo, Eliza recurre a Henry (el experto en marketing de la compañía, quien ha logrado devolver la buena imagen a un producto que "presuntamente" causaba alucinaciones satánicas) con el objetivo de que el la reforme y la "regrese al mercado".

Ahora pregunto, ¿acaso nosotros mismos no somos o conocemos a alguien así? Alguien que eventualmente se ha acostumbrado a ver el mundo a través de cámaras para quien la cantidad de fotos y likes que tiene en Instagram lo son todo y que lo primero que hace al conocer a alguien es buscar sus redes sociales.
A mi por lo menos me ha pasado lo que a Charmonique (la secretaria de la farmacéutica donde trabaja Eliza), al entrar a un elevador, que saludo y no hay manera de que los allí presentes regresen el saludo pues todos están inmersos en sus celulares contestando mensajes, twitteando, repasando el inicio de Instagram o el de Facebook en busca de algún update, foto o chisme que les pueda satisfacer.

Valdría la pena preguntarse, ¿qué sucede con una sociedad y una manera de vivir en la que lo que más valoramos es una buena conexión de internet inalámbrico y la presencia masiva de enchufes? No en pocas ocasiones he visto a otras personas o me he encontrado a mi misma en una situación de profunda angustia cuando la batería de mi dispositivo móvil se está agotando y me resulta imposible conectarlo inmediátamente por lo que tengo que desconectarme a fin de evitar que el aparato se quede sin carga y no pueda ni atender a una emergencia. #MalaSuerte #Despistado #MuriendoSinBatería




Lo que me lleva a presentarles a "la odiada trinidad."

vez 


La pregunta que más se ha hecho, pero no hemos logrado resolver es sobre el por qué tanta necesidad de estar conectados, de tener tanta velocidad. Ya no tenemos paciencia y esperar cinco minutos para que se cargue una página casi es sinónimo del fin del mundo.
Algo que estos días se ha entendido mal es que la batería de los smartphones no es que sea menos resistente o de menor capacidad que la que encontrábamos en las denominadas "flechas", la carga de la batería ahora es escasa, preciosa, debe ser racionada y cuidada porque pasamos todo el día conectados y en dependencia de que los móviles estén prendidos, el wi-fi funcionando, los tweets circulando, las actualizaciones en constante entrada y las selfies siendo publicadas constantemente, segundo tras segundo y sin interacciones.

Somos, en palabras de Henry, del programa que cité para iniciar esta entrada, "adictos a la gratificación instantánea de la adulación inmerecida de un grupo de extraños que insistimos en llamar 'amigos'" y buscamos refugiarnos en las redes sociales y en las diversas aplicaciones que nos ofrece la nube informática para hacernos de una propia en la que Siri y Cleverbot son nuestros mejores amigos y nos entienden mejor que nadie, nos ayudan sin condicionamiento e incluso cantan con nosotros si lo necesitamos (Siri sabe cantar la cucaracha #DatoCurioso), pero en realidad nada de esto es más que resultado de complicados algoritmos matemáticos y hechos de probabilística aplicada a la informática, solo son máquinas que nada pueden sentir, ni ver, ni entender, por más cálculos matemáticos que realicen. Están programados, no piensan y el que lo intenten implica un serie de cálculos que nunca terminan; por su cuenta no pueden saber como se saluda, ni mucho menos como sentir empatía por quienes hacen uso de estos equipos.

Lo que llega a preocupar, al encontrarnos un día a día cada vez más con la realidad de que las relaciones más cercanas que tenemos es con nuestros teléfonos móviles y nos preocupamos más por mantener ordenado y lindo nuestro perfil en redes sociales que nuestras propias habitaciones, es que es imposible no preguntarse si algún día nosotros también llegaremos a ser como esas máquinas. Incapaces de reaccionar a la interacción entre humanos sin un comando que nos lo ordene, atrapados en el eterno cálculo de un algoritmo que nos de la capacidad de pensar, realizando acciones computadas y automáticas como la que implica desbloquear el teléfono, abrir la cámara enfocar el objeto de interés, realizar una buena mueca o poner en escena una deslumbrante sonrisa que carezca de sinceridad y tomar otra #Selfie.