Sin mucho entusiasmo debo decir que cuando Sebastián dijo, en la clase del miércoles, que podíamos recoger nuestros trabajos si creíamos que estaban mal citados con el fin de evitar incurrir en plagio y además de ahorrarnos una mala nota, me levanté de mi puesto y busqué entre la pila el que yo había escrito. Solo fue cuestión de realiza una breve lectura detallada de la primera página y Voila! casi un párrafo entero parecía haber sido resultado de la muy popular práctica copy-paste. Y realmente no fue intencional, simplemente un error de referenciación, o tal vez de atención que respondía al cansancio de estar horas frente a una pantalla leyendo decenas de documentos académicos y de opinión con respecto a un tema determinado. Sea cual fuere la razón, me dio pie para pensar un poco sobre lo que significa el plagio y por qué hoy en día es tan común, también me hizo pensar en que estando en tercer semestre de la universidad, y habiendo cursado por un poco más de 11 años de educación primaria y básica el día de hoy estamos hasta ahora chapoteando en las orillas de las reglas de presentación de un trabajo escrito, que como mínimo deberíamos haber estado presentando desde segundo de bachillerato. Y también me di cuenta de algo de lo que no estoy para nada orgullosa, hasta la fecha sin saberlo e incluso sin la intención, he caído en el plagio.
En el colegio no nos parece demasiado grave presentar un trabajo que descaradamente resulta de hacer un parchado con los retazos de páginas de Internet. Cambiamos un conector aquí, una palabra allá, utilizamos palabra que de otra manera jamás entrarían en nuestro uso del vocabulario y listo, un trabajo. Solo es cuestión de buscar en Google casi que frase por frase y resulta evidente que el ejercicio realizado en ese escrito no fue otro que el de tomar ideas de otros, que podían ser enlazadas y tener una cierta coherencia. Y puede que el trabajo sea válido que obtenga una nota de 10, casos se han visto. Pero, ¿a quién se está engañando? El estudiante sabe que esas palabras no son las suyas y probablemente el profesor también lo sepa, y lo deja pasar porque al fin y al cabo es solo el colegio y es solo un trabajo.
No castigar el plagio es casi tan grave como cometerlo, nuevamente, casos se han visto.
Vivimos en un momento de la historia en la que copiar y adueñarse de las palabras de otro resulta tan sencillo como seleccionar el texto con el cursor y dar dos clics. Pensar nos resulta difícil y la idea de tener que producir un nuevo contenido desde el análisis es casi una tortura, la multimedia y el acceso inmediato a cualquier información en el mundo nos han acostumbrado al facilismo y han convertido a nuestra sociedad en una dependiente de una memoria externa, bien sea el computador, bien sea el celular. Más que de pereza física, lo que caracteriza a la sociedad de hoy es una pereza mental masiva.
Lo anterior no lo digo solo por la elección cotidiana de tomar el camino simple de no pensar, también lo digo porque, si bien Internet nos dispersa, nos des concentra y rompe el esquema de lectura lineal que impone la lectura de contenido en un libro, también pone información y herramientas de todo tipo al alcance de nuestra mano. Mencionábamos en clase que de hecho, sí, es muy sencillo plagiar. Pero también es muy sencillo no hacerlo y ni siquiera es necesario tener conocimiento pleno de las normas de presentación APA, o Chicago. Es cierto que Internet se la tecnología puede actuar como un alienador, muy poderoso y mantenernos en estado de sopor, sin movernos, mirando una pantalla sin estar observando nada en realidad; pero como cualquier otro medio y cualquier otra forma de comunicación, nace de una necesidad y está plagado no solo de información irrelevante, fotos y chistes virales en las redes, su funcionalidad no radica solamente en permitirnos bajar música de forma gratuita, es una herramienta inmensa, una base de datos por si sola que nos permite acceso a infinidad de material y ayudas que ni siquiera requieren un grado de conocimiento experto en el manejo de programas. Como todo lo que encontramos en red, estas herramientas también siguen una lógica intuitiva de vocabulario simple y no toma más de dos minutos encontrar lo que se busca. Ejemplo de esto es un programa de uso tan cotidiano y simple como lo es el procesador de textos de Microsoft, que cuenta con una herramienta en la que se introducen los datos de la fuente y arroja la referencia correspondiente y también es cuestión de solo unos cuantos clics.
Y bien todo lo anterior puede realmente no importar a muchísimas personas, por ahora pueden no enfrentarse a una situación que les exija reconocer y dar créditos a las fuentes de su información, o simplemente encontrarse en un entorno igual de facilista a ellos mismos, pues en realidad mientras la información no se publique, no resulta en un delito. Pero en mi manera de verlo, se expone en una falta de respeto, con la persona a la que se le presenta en trabajo, porque quien lo presenta, por descontado cree que es más inteligente que el otro, que no se van a dar cuenta de que está mintiendo al decir que esa información es suya, cuando en realidad el único trabajo que le implicó fue buscar la información pegarla en un documento e imprimirla; pero por sobre todas las cosas y lo que para mi resulta la falta más grave es que caer en esta lógica de pereza mental masiva, no solo en estar todos los días repitiendo en las conversaciones cotidianas, al pie de la letra todo lo que escuchamos por encima de los medios de comunicación, sin ningún tipo de análisis adicional o recurrir a otras fuentes sino además y principalmente con respecto al ejercicio y la capacidad de razonar, analizar y apropiarnos de la información, de hacer circular nueva, de producción constante (que es por el que los seres humanos nos diferenciamos de los demás animales) al plagiar estamos de alguna manera botando la toalla y dando a entender que o bien no queda nada nuevo que pueda ser dicho, o que simplemente no somos capaces, no tenemos las capacidades mentales para analizar y emitir, simplemente somos pasivos y un eco de voces de miles de millones de personas en el mundo condenadas por la pereza a repetir lo que otros antes dijeron.
jueves, 11 de septiembre de 2014
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