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viernes, 19 de septiembre de 2014

Semana 8: De los hipertextos, la hipermedia y Gabriella

Comenzando tendría que resaltar el por qué del nombre en el título de esta entrada. La respuesta viene a la razón del tema que se trabajó esta semana; los hipertextos. Y, ¿qué es un hipertexto? Es un texto (lógicamente) que va más allá del simple medio escrito y se suple de elementos como audio y video. Su lectura es no lineal y permite al lector seguir la historia de la manera que guste.
El hipertexto es de lo más común en estos días de la media digital en la que muchas historias se ven adaptadas a formatos interactivos, se trata también de textos que se caracterizan entre muchas otras cosas por el caos en su estructura y desarrollo, muchas veces también por la saturación.

Es frecuente encontrarse con hipertextos aún sin saber que lo son, y es que ahora parece tan completamente natural todo el caos, toda la multimedia, la digitalización de contenidos y sobre todo la ruptura del esquema de lectura lineal que requería de concentración en el texto. Ya lo hemos mencionado antes, nuestras lógicas de lectura cambiaron por completo; somos dispersos y tendemos a querer hacer mil cosas al tiempo, leer un documento, escuchar música, escribir y ver videos en YouTube. El hipertexto, en especial en formato de hipermedia es el contenido perfecto para esta generación de impacientes y no lineales personas que se ha desarrollado junto con el internet.

Así pues, habiendo hecho una breve introducción al tema...
Gabriela Infinita, ese fue el nombre del hipertexto que escogí para el trabajo; tal vez por la inercia que me produce el nombre de la protagonista, también por el hecho de que fuera infinita. En realidad no tengo un motivo que pueda ser explicado del por qué de esa elección y en realidad no viene al caso. Me resulta importante mencionar, que aunque bien pertenezco a la generación digital y comparto las características que tantas veces se han mencionado con anterioridad, también soy ávida lectora. Y no de la generalidad de textos que se pueden presentar, de uno específico con especial dedicación e incluso obsesión. Disfruto de un buen libro.
Resulta extraño, pero si hay una cosa que es capaz de sacarme del ajetreo del internet y de sus constantes bombardeos de información, en su mayoría inútil, es un buen libro. Una buena trama, con intrigas y personajes que me produzcan empatía es todo lo que se requiere para que aparte la computadora y pase una tarde completa derecho con el libro en la mano, sin soltarlo hasta terminar o hasta que las condiciones me obliguen.
Al menos en este sentido podría decir con toda certeza que tiendo a buscar linealidad en todos los textos que consigo y leo.

Gabriella Infinita, un texto que después averiguaría que en un inicio había sido una novela, es una cosa loca. No encuentro más palabras hacer una descripción de lo que pensé en el primer encuentro con este hipertexto.
De entrada se topa uno con una pantalla de navegación super sencilla, que lo único que pide es un clic en una intranquila flecha titilante que apunta insistentemente a una flecha. Lo anterior puede parecer un detalle de lo más trival, pero en la experiencia que tuve, desde ese primer encuentro con esa flecha nerviosa, supe que no había la más mínima posibilidad de que lo que iba a leer fuese tranquilo. Sabía que iba a haber tensión y que, muy probablemente durante toda la lectura yo estaría tal como esa flecha; ansiosa apuntando a la siguiente entrada, a la siguiente pantalla y al siguiente elemento que desplegaba más documentos, archivos y audios.
En efecto no me equivoqué.

Empieza todo en esta pantalla:

Negra, sencilla y con un sonido... porque no es música. Parece el sonar de un tenedor contra un vaso metálico acompañado por percusión que marca los momentos clave y de tensión, eso a la espera de que elijamos una de las tres puertas color marrón. Cada puerta tiene un nombre, de izquierda a derecha son ruinas, mudanza y revelaciones. 
Por mi tendencia hacia la linealidad y para intentar mantener un orden que me hiciera más sencillo seguir la lectura comencé de la misma forma que se lee un párrafo. De izquierda a derecha, con prisa seleccioné la puerta que ponía "Ruinas". 

Me recibe el mismo sonido que en la pantalla anterior, un formato parecido. La única diferencia que se puede notar a simple vista es la imagen superior; ahora se ve un paisaje. Tengo serios problemas determinando si es de noche o de día en aquella imagen. Me parece que incluso las montañas allí retratadas reflejan la tensión del relato. Y finalmente llega el momento de conocer al Gabriella. El nombre me es familiar, por lo que como efecto inmediato le asigno un rostro, me parece una chica de 17 años, tal vez un poco más. Ella comienza simplemente estando, siendo normal y cotidiana, tiene una visita, la visita se va, ella intenta dormir, tiene una pesadilla y despierta sobresaltada. En este lapso se introduce otro personaje: Federico. 
Este individuo, en primera da la impresión de ser un muchacho tal vez el platónico de Gabriella. Quizás un años mayor que ella, pero de una forma inexplicable la simple mención me hace desconfiar de él y la música ambiental de la página solo refuerza ese sentimiento. Federico ha desaparecido en el sueño de Gabriella y ella al despertar resuelve ir a buscarlo. Ahí acaba ese documento anexo, es necesario cerrarlo y dar clic en el siguiente a su lado derecho, aún con la música punzante e insistente (tal como la flecha del comienzo y también como su lector) el siguiente cuadro de texto comienza con la mención de un ataque, de bombardeos. Hay una guerra, es entonces cuando entiendo el desespero de Gabriella por ir en busca de Federico y de alguna manera lo comparto. Si ha habido un ataque, ¿qué será del chico? ¿estará vivo? Al mismo tiempo necesito preguntarme por la familia de Gabriella, ¿cómo pueden dejarla salir sola justo después de un ataque con bombas? Es la primera pista que obtengo de la edad de Gabriela. Con certeza ningún padre en pleno uso de sus facultades permitiría a su hija deambular por la calle. Gabriella está sola, ella solo tiene a Federico, otro motivo por el que necesita encontrarlo. 

Y de nuevo, otro cambio. Me parece tedioso y eterno el lapso de tiempo que transcurre entre el cerrar de una ventana y abrir la otra, más por curiosidad que por otra cosa, necesito saber con urgencia qué es lo que va a hacer Gabriella para encontrar a Federico, ¿a dónde va con tanta prisa y seguridad? ¿a la plaza de Lourdes? ¿Hacia los cerros? ¿qué está haciendo Federico? ¿por qué no la busca él a ella? Tal vez Federico no quiere Gabriella de la forma que ella lo quiere a él. Puede ser casi seguro pensar que Gabriella es allí la enamorada y Federico solo se ha quedado en medio de los ataques, con una mujer que lo ama pero a la que no puede corresponder. Estoy sobre interpretando y sacando conclusiones apresuradas, pero en ese punto me desagrada Federico y es un sentimiento que no voy a lograr sacudirme. Solo empeora cuando se hace mención al vientre hinchado de Gabriella, para colmo la ha dejado embarazada y ha desaparecido, ¿cuál es el problema de este hombre? 

Hasta este punto he seguido el relato con linealidad acompañada de un sonido punzante que en ciertas ocasiones llega a impacientarme. Necesito que se detenga y siento que la única manera en que puedo lograr que pare tan ruin sonido es descubriendo que ha pasado con Federico, pues a pesar de haber hecho mis juicios respecto al chico espero que solo esté asustado o quizás atrapado. 

Las Ruinas acaban y necesito continuar hacia la "Mudanza". 
La música cambia, algo que solo puedo agradecer, pues estaba a reventar de el punzante y agudo sonido que había acompañado la lectura anterior. Este es más calmado, pero al tiempo me hace evocar algún misterio. O mejor, la búsqueda de pistas para resolver uno. 
En esta pantalla se rompe toda linealidad que se me había permitido mantener antes, cada cuadro tiene un su texto que cambia de formato en cuanto a letra y color del fondo. A la primera entiendo que se trata de Flashbacks complementarios a la narración de las actividades que realiza Gabriella, quien ahora se encuentra en la habitación de Federico. Para entonces me ha quedado claro que Federico no es un muchacho, es mucho mayor que Gabriella, es extraño y tiene un aire de misterio que no llega a ser bueno, de hecho parece todo lo contrario y me da impresión de que intenta ser siniestro. Es obvio que Federico tiene muchos secretos. También he descubierto cosas sobre la chica, Gabriella, a quien en un principio había colocado 17 años de edad, es mayor. Y es inteligente, al menos así me lo parece, pues aún en medio del caos de los ataques, que son reiterados a lo largo de la narración ella sabe cuál es su prioridad y resuelve que el desorden en el habitación de Federico, que está allí en su ausencia, no resulta de una casualidad. Él se ha ido, pero no sin antes dejarle a Gabriella alguna pista, los elementos necesarios para develar el misterio de la desaparición. 

Eventualmente las imágenes conjunto a las palabras consiguen situarme en una situación espacio temporal definida. Sé que se trata entonces de Bogotá, también entiendo que el tiempo corresponde a algún momento entre 1970 y 1980. Aunque como desde el principio, insisto en asociar los ataques y los bombardeos con alguna situación sobrenatural más allá de la violencia humana (efecto secundario de leer tanta ciencia ficción), queda claro que hay una conexión entre la guerra en curso y el pasado de Federico. 

"Mudanza" me ha aclarado muchas cosas, pero sobre todo me ha presentado más profundamente a los personajes. Aunque mis sentimientos para con Federico no mudan, el juicio inicial se suaviza un poco, tal vez me estoy dejando llevar por los argumentos de Gabriella y, como ella, quiero creer que su compañero debía haber tenido una buena razón para desaparecer, porque me resulta completamente absurda la idea y el intentar aceptar que la hubiese abandonado. 

Pero hay un punto específico en este capítulo, que vuelve a dejar interrogantes abiertos. En su rebuscar entre las cosas de Federico, Gabriella descubre un documento que se titula "informes del guerrero" ¿quién es este guerrero? ¿por qué Federico la lleva a visitarlo? ¿cuál es su importancia en la historia? 
Casi pareciera otro relato independiente del de los dos jóvenes y en realidad nunca se especifica quién es este guerrero. Lo que pueda decir al respecto, solo vendrá hasta el final y únicamente desde mi interpretación en un intento de encontrar sentido, así como de encadenar y relacionar tantos hechos en el relato como me sean posibles. Si hay algo que me desespera  y me llama a seguir leyendo, son los hilos sueltos y vaya que Gabriella infinita está repleto de éstos. 

Vendría a encontrar al Guerrero de nuevo en el siguiente capítulo, que llevaba ya esperando con marcada impaciencia. Si había algo que estuviera necesitando eran "Revelaciones".
Detalles más, detalles menos. En cada parte de este capítulo iba resolviendo preguntas al tiempo que mi aversión hacia Federico crecía. Llegó un punto de la historia en que pensaba que así mismo como yo era que debía estar reaccionando Gabriella con indignación y decepción, al mismo tiempo que a la espera de poder descubrir algo más sobre el paradero de Federico.

Gabriella Infinita expone una historia en tres perspectivas, que hasta el final del capítulo revelaciones no llegan a comprenderse por completo. Una de ellas es la historia de Gabriella, la búsqueda que ella hace de Federico que la lleva paso a paso a la develación de su verdadera condición y naturaleza. La perspectiva de los atrapados que fueran quienes rescataran a Gabriella luego de que el edificio donde residía Federico colapsara, ellos también hacen parte de la condición de Gabriella, pero no lo descubren sino hasta tiempo después de haber encontrado a la joven. Y por último tenemos a Federico, el misterioso y extraño Federico. En los escritos de Federico están las historias de Gabriella, de los atrapados y de él mismo.

Ahora, parte de lo que pensé con respecto al Guerrero. Este personaje aparece en el final de la "Mudanza" y el comienzo de "Revelaciones". Pero no es sino en el él segundo de los mencionados con anterioridad que de alguna forma se llega a entender el diálogo de este personaje y la importancia de su interacción con Gabriella y Federico. El Guerrero está allí pero al mismo tiempo no está, existe en un mundo más allá del que habita Gabriella y lo sabe, aunque se puede ver inmerso en ese plano del relato sin problema.
Dejemos ahí al Guerrero y pasemos a Federico, de nuevo. O más bien a Gabriella en su labor de develar a Federico.
En las "Revelaciones", ella se encuentra con una serie de documentos de Federico que van hilando la verdadera identidad de él. Resulta oculta y requiere de volver sobre los relatos anteriores para terminar de entenderlo. Pero lo que podemos ver a simple vista es que Federico es una persona de letras, que no pocas veces en sus descripciones, estudios y recortes, que Gabriella va revisando se ve el ansia de ser un  escritor, condición que se resalta en la importancia que da el joven en su relato sobre mujeres, a las letras de la música, al estudio en la universidad, al arte y luego en sus archivos de computador que hace referencia constante a la importancia de escribir para Federico y a su relación con la gramática; en la que de alguna manera se describe al joven y a las situaciones que rodean su existencia por medio del vocabulario de la gramática.

Podemos decir entonces que Federico es un escritor.

Esta revelación al lector, al menos para mi, fue el momento épico de todo el relato. Cuando se entiende que Federico es un escritor, habiendo visto antes en el relato de mujeres y en el informe del guerrero, como de alguna manera escribía a Gabriela y se escribía a si mismo, nos damos cuenta que Federico es el guerrero. Pues es aquel que existe en otro plano que no es el de Gabriela o el de la guerra, pero también puede estar allí presente.

Gabriella solo es un producto de la imaginación de Federico y ella lo descubre porque así mismo lo había dispuesto el escritor. Federico había desaparecido porque como en el relato del guerrero, había sido trasladado a otro plano en el que existiría pero ya no estaría inmerso en el mismo mundo en el que estaba con Gabriella.

Resulta interesante como los colores mismos de los cuadros que se presentan conforme avanza el relato, cambian. La tipografía también varía, desde una simple letra de fácil lectura a una similar a la de una máquina de escribir para los informes. Luego pasando a una verde fosforescente sobre fondo negro que haría referencia a los archivos de computador que describirían a Federico, al final cuando ha quedado claro que Gabriella no es más que un personaje en un escrito de Federico, todo cambia. Parece estar relatado en papel y a caligrafía de puño y letra. También allí se ve con claridad, por el vocabulario y el cambio gráfico, que se trata de un escrito.

Las tipografías, los fondos, los colores, las formas y la música son parte indispensable de la experiencia hipertextual que ofrece Gabriella Infinita. Por supuesto, podría (y ha sido) narrarse sin necesidad de todo esto. Pero el toque adicional de tensión que provee la música lleva al lector a sentirse de la misma forma que Gabriella, completamente impaciente, desesperado y angustiado. Ella por encontrar a Federico y nosotros por entender todo el enredo de sin sentidos que se comienzan a presentar desde el inicio de la trama. Necesitamos descubrir a Gabriella antes que a cualquier otra persona y así es como está dispuesto, una vez se entiende a Gabriela, desde el hilar de las historias y sus pequeños gestos en el ir y volver de los documentos se puede comenzar a buscar las respuestas a la pregunta que se ha planteado desde el principio, el paradero de Federico.

A medida que iba avanzando en la lectura de este hipertexto, a pesar de establecer una empatía con el personaje de Gabriella  me sentía cada vez más convencida de que el protagonismo era por completo de Federico y que si bien la chica era quien realizaba las acciones, se veía convertida en una presencia estratégica que moviera los hilos que necesitaban ser movidos para el lector en su descubrir de quién es Federico y dónde está él.



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